sábado, 17 de octubre de 2015

AQUELLA MADRUGADA...

Viernes 3:00 am. 

Como siempre, él no está, llegará tarde nuevamente, se fue a beber como cada fin de semana. Estoy sola en la habitación, mi hermana duerme en el otro cuarto; de repente se oye ese sonido que a mí me ponía los pelos de punta: el sonido de las llaves al abrirse la puerta. !Ya llegó! Y sabía que habría guerra, siempre la había. 

Él cerro de un portazo, se puso a llamarnos, grita y da golpes hasta que bajo a la sala y decido ver qué pasa, haciéndome la ingenua porque en realidad sabía lo que pasaba, sabía qué quería. Me pongo frente a él y le digo que pare de gritar, que ella duerme; le da igual. Empieza a insultar como de costumbre, no hago mucho caso ya que estoy acostumbrada; se gira y me mira, noto su mirada de ira en mí, da miedo, me paraliza. Viene hacia mí y comienza a pegarme como siempre, yo no me defiendo. No noto el dolor, mi cuerpo se adaptó a ello hace ya mucho tiempo. Continúan los golpes y las acusaciones, las palabras duelen mas que los puñetazos pero no pasa nada, todo está bien; de repente se para, se hace el silencio. La tensión se respira en ambos, me levanta como si fuese un muñeco de trapo y pone sus grandes y fuertes manos en mi cuello, comienza a apretar fuertemente; agarro sus manos pero me es imposible soltarme e intento gritar, pero lo único que sale de mi boca es el aire que hay en mis pulmones. 

Noto que se me van yendo las fuerzas poco a poco, cada vez entra menos aire, cada vez tengo menos fuerzas para intentar soltarme o gritar; empiezo a caerme de rodillas. Miro sus ojos, sus inquietantes ojos clavados en mí. Él no dice nada, simplemente aprieta con más fuerzas, ya no podía más, se me iban cayendo las manos y la vista se me nublaba, recuerdo que me pitaban los oídos, desistí; de repente mi hermana baja, le empuja, y yo caigo inconsciente. Recuerdo los gritos, lo recuerdo a él irse aquella madrugada de nuevo y recuerdo a mi hermana llamándome desesperada; yo me levanté, ni siquiera sé cómo, pero lo hice, no dije ni una sola palabra sólo la miré y sonreí, luego le dije  ''no pasa nada, todo está bien''. Caminé hacia mi habitación y me fui a la cama, noté que no era yo misma, como si hubiesen matado parte de mí, parte de la niña de 15 años. Mi felicidad, mi energía y mi inocencia se esfumaron como el humo de un cigarro y en cambio le echaron todo un galón del más fino queroseno a las cenizas del rencor que habían quedado desde hace mucho tiempo; se encendieron nuevamente. 

Aquella madrugada morí y renací al mismo tiempo pero siendo otra persona distinta, me convertí en alguien completamente insensible al mundo, alguien con un odio  grande hacia el ser humano, tanto así que ni siquiera me importaba lo más mínimo la vida misma; alguien con unas ansias de venganza y de rencor que ni siquiera puede abarcarlo el mundo. Se llevaron todo lo débil y frágil que había en mi y solo dejaron ira y maldad sin ningún tipo de miedo al mundo exterior. Confieso que no es algo de lo que estoy orgullosa pero es difícil intentar recuperar algo que te arrebataron a la fuerza; intento corregir toda esta personalidad de mierda...SOLO PIDO TIEMPO. 








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