Creo saber el porqué los amigos me duran tan poco, suelen verme siempre bien y pocas veces tengo cosas que contar, prefiero escucharlos por horas y después apoyarlos, pero siempre busco que se trate de ellos. Me cuesta compartir mi historia, uno porque no tengo grandes aventuras que contar y segundo me purga andar dando lastima, se me hace difícil compartir historias de mí que ni yo aún sé explicármelas.
Me cuesta compartir por las redes sociales con los demás, más que un hola como estás, solo que confío más cuando me miran a los ojos y puedo saber si son sinceros a encantarme con palabras echas de un teclado. Por otro lado también creo que la gente se da el tiempo de escucharte y darte consejos para que el día de mañana tú lo hagas con ellos, el ser humano se ha vuelto tan egoísta que ya nada lo hace por amor al prójimo, ya no creo en la bondad de los demás, ni en la amistad o amor eterno, ya me encariñé con tantas caras lindas, pero tan falsas a la vez.
Compartir mi historia, mi vida, implicaría que los demás puedan juzgarme, burlarse o simplemente el día de mañana tener bajo la manga el arma para debilitarme y no hablo solo de incrédula, es porque me pasó y me cuido de que eso no vuelva a suceder. Por todo esto y más siempre se me ve bien, feliz y sin mayores dramas, para no tener que demostrarle a los demás lo qué realmente pasa en mí, para no compartir mis alegrías y mis tristezas con otros, para que siempre la respuesta a todo sea estoy bien, gracias.
Por eso siento que nadie me entiende y termino perdiéndolos a todo, siento que piensan que no confío en ellos o que no los considero, pero realmente no es así, solo que no es fácil para mí confiar en que la preocupación de los demás por saber quién eres sea real, creer que sigue existiendo gente a la que le importa algo más que ellos mismo. Tanta agua que ha pasado por bajo mi puente ha echo que entregar mi corazón sea todo un reto y convertirme para los demás en quien los escucha o busca hacerlos reír.
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