miércoles, 1 de junio de 2016

QUISIERA VOMITAR TODO LO GORDA QUE ESTOY...

Hoy me desperté feliz, me sentía una chica hermosa, fuerte y capaz. Tomé una ducha, me vestí con mi ropa favorita, me puse perfume en el cuerpo y fui a tomar mi desayuno; lo disfruté como hace mucho no lo hacía. Me fui hacia mi escuela, tomé las clases y las disfruté mucho, sobre todo esa de matemáticas que tanto me había frustrado antes. 
A la hora del descanso, fui a mi rincón favorito, como siempre, y saqué de mi mochila un sándwich; ¡GORDA!, ¡VAS A EXPLOTAR!, ¡ERES UNA CERDA!, escuché a lo lejos. Al darme la vuelta me di cuenta que era a mí a quien le decían tales cosas; ahí estaban, un grupo de chicos apuestos y chicas con medidas perfectas, gritando que dejara de comer, que pronto estallaría.
Corrí hacia el baño, las lágrimas no cesaban. Tiré mi sándwich a la basura y me miré al espejo. 
Es verdad, lo que tanto me dicen es cierto: SOY UNA MALDITA GORDA. 











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