jueves, 9 de junio de 2016

UNA SOLA PALABRA: DOLOR.

Fecha tal del 98.


Entonces quise, simplemente escapar de mi cuerpo cual si fuese un alma perdida en un mundo desolado, donde nadie puede verte llorar o escucharte gritar del dolor. 
Lo que he sentido desde ayer, no ha sido más que muchos desgarres de sentimientos. 
El dolor es parecido al que sentí aquel 23 de octubre del 97, ¿pero sabes que es lo peor? que esta vez me sentía pasmada en la noche, incapaz de llorar ni de emitir un sólo sonido; simplemente mi cuerpo temblaba con el frío de tu ausencia y aquellas palabras que cada vez rompían mas el corazón al leerlas. Te prometo que temblaba, era algo incontrolable. Para evitar estallar en un grito que despertase a todos, me limité a morder mi cobija lo más que pudiera, intentando así liberar un poco ese dolor. 
Las lagrimas cayeron al día siguiente... caían y caían sin cesar. Era como si tuviese el cielo en mi cabeza y las nubes en mis ojos; las lágrimas eran aquellas gotas de lluvia que caen en una tormenta y los gritos eran los truenos.  En todo el día, lo único que podía sentir eran mis mejillas húmedas y ese vacío en el pecho. Las paredes se veían tan vulnerables al ser golpeadas con mis muñecas, hasta que terminé destrozandomelas, ya las sentía inútiles hasta para levantar un objeto, este era un dolor físico, el dolor de mis muñecas destrozadas,  pero no más destrozadas que mi corazón. Las palabras que leí esa madrugada me atormentaban cada vez más, por mucho que quisiera desaparecerlas de mi mente; y es que, sus palabras me dolieron mucho más de lo que piensa. Todo este dolor que siento es como si intentara explotar dentro de mi; cómo quisiera poder arrancar este mal capítulo en mi vida y pintar un arco iris, pero bien, debo aprender a caminar bajo la lluvia, tal vez sea divertido. 
Aún recuerdo la vez que me dijo que nunca me haría daño, que no sabía por qué yo pensaba de esa forma; me gustaría que viera cómo me tiene ahora. Qué ironía, él me protegió de tantas personas para evitar que me lastimaran, y sanó tantas veces mis muchas heridas... y ahora es él quien me ha hecho un pequeño hoyo en el corazón; pequeño pero doloroso. Supongo que debo acostumbrarme, debo empezar a repararme yo misma las ilusiones, a salir del lodo, a no llegar al borde del abismo; pero sola. Debo acostumbrarme a no depender de nadie, pues, ¿qué pasa si ese alguien algún día, sólo desaparece? ¿cómo me curo?. 







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