Sábado 21 de 1952.
Me volví a acordar de ti... Este sábado me duele un poquito más la vida, en medio de letras, canciones y papeles desgastados... ¡Maldita sea! hoy me volví a acordar de ti.
Eran aproximadamente las 3 con 5 minutos de la tarde, yo me encontraba buscando entre las cajas de la mudanza qué podía tirar a la basura para deshacerme de los recuerdos materiales e inútiles, aquellos recuerdos que quería dejar en el pasado, como todo lo que nos molesta y no nos deja avanzar para ser plenamente felices, ustedes entienden... súbitamente encontré una caja que recordaba muy bien, sabía perfectamente cuál era su contenido y justamente por ello no sabía si abrirla nuevamente o ponerme un par de guantes, una máscara de gas, agarrarla con un par de pinzas y verter sobre ella gasolina para poder verla arder en llamas; pues por mucho tiempo lloré por ella, la abrazaba, la tiraba, la maltrataba y la volvía a arreglar; me causaba dolor y felicidad al mismo tiempo, la quería a ratos y la odiaba otros tantos...era algo así como mi mal necesario. Sabía que no quería volver a verla pero aún así esa parte poco cuerda de mí necesitaba re leer aquellas letras escritas por alguien que una vez me amó. Así es, era una caja llena de epístolas.
Sábado 22 de 1951.
Fue la noche en que recibí aquella carta que me destrozó, que me hizo añicos. Ahí estaban las letras del hombre que me amó y que yo, por mi inexperiencia e inmadurez dejé ir rechazándolo durante mucho tiempo y limitando todo a una amistad. Lo perdí, lo perdí y me dolía el alma pues justo cuando decidió dejar de insistirme amor, fue cuando yo me había enamorado como una loca de él, y es que las razones para amarlo eran evidentes... pero lo había perdido. Las palabras escritas en esos papeles eran noticias suyas, de que había encontrado nuevo amor; al parecer yo era la primera en saberlo, pues siempre me contaba todo de su vida.
¿Quién era ella? yo la conocía, era una chica muy linda al decir verdad, carismática, inteligente y divertida; todo lo que yo, como su mejor amiga, deseaba para él desde hace mucho tiempo, pero ahora sólo quería que fuera mentira, ella era demasiado "perfecta" como para competir por un amor que, siendo sincera, no era mío, y es que nunca lo fue, pues yo misma lo lancé a esa llamada "zona del amigo" por mucho tiempo; yo ya no tenía derecho a dañar la felicidad del hombre que estaba amando, sólo me quedó callar.
Verlos juntos no era nada fácil, y fingir que no me importaba era aún peor; en mi cabeza rondaban preguntas como "¿qué se sentirá besarlo", "¿cómo será ser su novia"?... incluso envidiaba su suerte por ser ella sólo un momento. En pocas palabras, los papeles se voltearon y ahora era yo quien moría de amor por él, mientras mi amado estaba feliz con alguien que lo merecía, ¿podría yo estropearle esa felicidad? me temo que no.
La vida se encargó de darme una de las lecciones más dolorosas; yo dejé ir al amor de mi vida en un abrir y cerrar de ojos y hoy, día a día me lamento por lo sucedido, pues el dolor está latente y siendo sincera no creo poder superarlo. Es por eso que hoy, al abrir nuevamente aquella caja y leer mi pasado tormentoso, decidí escribir esta carta para desearle que sea muy feliz; sí, algún día quise, y aún deseo que hubiese sido conmigo, pero el karma me alcanzó y no pude hacer nada más que dejarle partir. Espero que ella nunca lo haga sufrir, sino que lo valore, que nunca lo engañe, que sea la mujer de sus sueños, y por qué no, de sus despertares; que ella cumpla todos los requisitos para ser su chica perfecta. Y, sólo quisiera pedirle una cosa más, que nunca se olvide de mí, que nunca se olvide de esta idiota, esta idiota que se suicidó de la manera más bonita: enamorándose de alguien que no era para ella.
ADIÓS, ADIÓS, ADIÓS AMOR DE MI VIDA.
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