jueves, 11 de octubre de 2018

LIMERENCIA.

Cualquier miércoles de este abrumador mes de Octubre.

"¿Entonces qué somos?"- le pregunté con voz nerviosa, rogando para no escuchar aquella respuesta que tanto me temía; sin embargo, él sólo guardó silencio, me abrazó y me dio un beso en la frente. Ahí lo entendí, todo había acabado. Lo abracé tan fuerte como pude para escuchar su corazón sincronizado con el mío, asimilando la idea de que esa sería la última vez. Y le dije "adiós , hasta nunca" y en silencio le deseé que fuera feliz, que encontrara el amor, ese amor que tanto le falta y que a mí me sobra. Y luego le pedí al cielo por él, pero más por mí, porque era yo quien más lo necesitaba. 

Me fui de ahí, me alejé de él y sentía que desprendían algo de mí, una parte que jamás volvería a ser como antes; caminé lo más rápido que pude intentando no mirar atrás. Estaba devastada, con las manos vacías como siempre, preguntándome de nuevo ¿qué hice mal ésta vez? y aún seguía sin la respuesta.  Yo sólo caminaba y sentía cómo llovía, llovía como si le hubiesen roto el corazón al cielo...estaba tan roto como yo.

-¿Por qué has vuelto tan pronto a casa?
-Me dolía el corazón, mamá. 






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